Despejar la X en Brasil - Botando Corriente #62
Además: “Desde el río hasta el mar” no siempre es discurso de odio | Disparidad global en la regulación de la IA
En corto ⚡
Esta semana, el presidente Gustavo Petro señaló a Elon Musk como un nuevo enemigo público. Además de señalarlo como “proclive a los nazis”, dijo que en cualquier momento podía cerrarle su cuenta de X. Sin embargo, no hay motivos para creer que esto vaya a ocurrir.
X completa dos semanas bloqueado en Brasil, como resultado del incumplimiento de órdenes judiciales de remoción de contenidos y otros requerimientos judiciales. La situación plantea preguntas sobre proporcionalidad y libertad de expresión, pero también sobre el difícil panorama de la gobernanza de redes sociales.
Musk ha puesto a X en función de sus causas políticas. A pesar de oponerse a las solicitudes de remoción de contenidos en Brasil, las ha acatado en otros contextos como el de India o Turquía, donde tiene otros intereses.
Por: Carlos Cortés*
Este texto apareció originalmente en la Red de Expertos en Democracia y Tecnología de Linterna Verde en alianza con La Silla Vacía.
Entre la media docena de discursos que dio el presidente Gustavo Petro esta semana, apareció el nuevo némesis. El mismo al que Nicolás Maduro calificó como “archienemigo” poco después del fraude electoral, también en alguna parte de sus seis o siete discursos de esos días. El multimillonario trumpista al que la justicia brasileña intenta meter en cintura. El dueño de X. El trol que compró Twitter.
“Ahora donde yo me expreso hay un señor proclive a los nazis: Elon Musk o como se pronuncie. En cualquier momento él cierra mi cuenta. Y entonces la tesis de Pinochet, silenciar antes de la barbarie, se aplica”, dijo el Presidente en su verbo cada vez más laberíntico. Sus palabras se oyeron en el ‘Encuentro de medios alternativos, comunitarios y digitales’, un evento de 1.500 personas que por momentos parecía más bien el alistamiento de un contingente para la defensa pública de Petro en emisoras regionales, páginas web y tribunas en redes sociales.
Que Petro y Maduro hayan encontrado en Musk un antagonista para reciclar sus arengas contra la hegemonía mediática es apenas obvio (que lo hubieran hecho en actos casi sucesivos, sin duda, diciente). Bajo el mando del fundador de Tesla, Twitter se volvió un proyecto político conservador, reaccionario y hostil. Y aunque nada le interesa menos a Musk que sacar a los presidentes latinoamericanos de su plataforma –juglares protagónicos en el show de su circo–, la doble condición que ostenta de influenciador global de derecha y dueño del aviso, se ha vuelto un desafío democrático y un asunto de Estado.
En Brasil, X completa dos semanas bloqueado. De tiempo atrás, la plataforma venía incumpliendo órdenes judiciales de remoción de contenido y suspensión de cuentas, muchas de ellas relacionadas con la insurrección en Brasil de enero del año pasado. A imagen y semejanza del asalto al Capitolio en Washington en 2021, los seguidores del entonces recién derrotado Jair Bolsonaro se atrincheraron en X y en plataformas de mensajería para difundir desinformación, repartir amenazas e intimidaciones, y coordinarse.
En ambos casos hay muchas preguntas sobre la relación entre esas actividades en línea y los desmanes en las calles, y las investigaciones judiciales son etapa obligada para resolverlas. No obstante, en Brasil se convirtieron también en la herramienta para cobrar deudas políticas con el bolsonarismo y reparar el ego herido. Según Folha de Sao Paulo, el poderoso juez del Supremo Tribunal Federal de Brasil, Alexandre de Moraes, abrió investigaciones a simples críticos y manifestantes, y ofició a X para que suspendiera la cuenta del cantante gospel Davi Sacer, que había compartido videos de unas protestas en Nueva York en su contra. A la usanza de líderes de izquierda y derecha del continente, Bolsonaro ha puesto a los jueces en la mira de la indignación de su base.
Los requerimientos oficiales del Supremo Tribunal hacia X se han conocido con pelos y señales por X. Apenas se dio la orden de bloqueo, Musk creó en su plataforma la cuenta Alexandre Files –una estrategia que ya habíamos visto antes con los Twitter Files–. “Hoy, comenzamos a arrojar luz sobre los abusos de la ley brasileña cometidos por Alexandre de Moraes”, –dice el tuit fijado en el perfil–. “Una justicia secreta no es justicia en absoluto. Hoy decimos que eso debe cambiar”.
Saltándose los procesos habituales internos que las plataformas tienen para tramitar procesos judiciales y policiales con Estados, los cuales Musk desmontó cuando llegó, X en defensa propia es un megáfono planetario en el auditorio de la opinión pública; es una bazuca para abrirse paso en este nuevo viejo oeste. Musk siempre tuvo tuits para descalificar a De Moraes –al que llama un “dictador brutal”–. Pero esto es otra cosa. Poner al fenecido Twitter en función de su causa contra un país es un riesgo nuclear.
Las órdenes de remoción y suspensión que X se niega a cumplir en Brasil son acatadas con docilidad en India o Turquía. Para Musk, los autoritarismos son problemáticos en función de las amistades y los intereses de Tesla y sus demás negocios. En nuestro vecindario, le muestra los dientes al magistrado de una Corte; en otro, le bate la cola a Recep Tayyib Erdogan.
Las decisiones del Supremo Tribunal Federal de Brasil en el expediente X son cuestionables en diferente medida en términos de proporcionalidad, debido proceso y libertad de expresión. Como lo analizaron hace unos días varios colegas, hay puntos por discutir alrededor del bloqueo generalizado, la prohibición de uso de VPN, las multas y las restricciones a tiendas de aplicaciones y operadores. Igualmente polémico es el embargo de más de tres millones de dólares en las cuentas bancarias de X y Starlink –la firma de internet satelital de Musk– en Brasil. No obstante, hay cierto consenso sobre la legitimidad y necesidad de que la justicia brasileña actúe.
La línea ética que Musk corrió agrieta aún más la endeble gobernanza de las redes sociales. Si antes de esto, cuando el debate se centraba en principios, leyes y autorregulación, el reto era titánico, ahora parece una ecuación imposible. Siempre tuvimos a los redentores digitales de Silicon Valley, pero en esta dimensión X el camino está pavimentado para el populismo y el cinismo, alejados de cualquier agenda razonable sobre jurisdicciones nacionales, plataformas y poder político. Para no ir lejos, Mark Zuckerberg dijo esta semana que haberle prestado tanta atención a la presión pública por los problemas de Meta ha sido un “error de cálculo político de veinte años”.
La última vez que el presidente Lula publicó en X fue el 30 de agosto, un día antes del apagón judicial. Bolsonaro también quedó en pausa ese viernes, después de compartir varios videos de sus manifestaciones multitudinarias en Paraná. X tiene cerca de 22 millones de usuarios en Brasil. Algunos cientos de miles estarán accediendo mediante conexiones privadas de VPN, pero muchos otros están migrando a alternativas como Bluesky o Threads.
El efecto de red de X es robusto, pero el bloqueo es una gota de agua que con el tiempo puede romper el dique. De momento, el 51% de los brasileños están en desacuerdo con la decisión de Alexandre de Moraes y el 48% la apoya. Y, de momento, Elon Musk no parece tener afán. Es el centro de la controversia que, más allá de las fronteras de Brasil, ocurre debajo de su carpa.
*Carlos Cortés es director de Linterna Verde y productor de contenido de opinión y análisis.
Las reglas del juego
El lema “Desde el río hasta el mar…” no siempre es discurso de odio 📢
La semana pasada, el Consejo asesor de contenidos de Meta –un organismo que actúa como Corte Suprema en asuntos de moderación de la compañía– aclaró que la consigna “Desde el río hasta el mar, Palestina vencerá”, no puede interpretarse siempre como un discurso de odio en Facebook e Instagram.
Aunque para una minoría de los miembros del organismo, la frase, incluida en los Estatutos de Hamás de 2017, podría considerarse una glorificación de este grupo terrorista, la decisión indicó que, en general, es usada para apoyar la autodeterminación del pueblo palestino.
El consejó revisó tres publicaciones en Facebook en las que aparecía la frase. En ninguno de los casos se encontró que hubiera intención de incitar a la discriminación o exclusión de un grupo específico, ya que los contenidos no incluían textos con amenazas o llamados a la violencia, ni elementos visuales que hicieran referencia a Hamás.
Dado que la consigna no tiene un significado único, el Consejo estimó acertada la decisión inicial de Meta de mantener las publicaciones en las plataformas ya que “por sí sola, no viola las Normas de la comunidad”. Para el Consejo, no se pueden eliminar contenidos con esta frase sin atender al contexto.
Además, el Consejo instó a Meta a garantizar el acceso a datos de sus plataformas. El caso mostró la importancia de estudiar la difusión de discursos de odio, labor que se ha visto obstruida tras el cierre de CrowdTangle, una herramienta para monitorear contenidos en las plataformas de Meta, utilizada por investigadores externos y el propio Consejo. Por esta razón, el organismo le recomendó a Meta asegurar que la sociedad civil tenga acceso a las nuevas herramientas de investigación: Meta Content Library y Content Library API.
Polo a tierra
Disparidad global en la regulación de IA 🌎
Con la rápida expansión de la inteligencia artificial (IA) generativa, los legisladores se ven ante el reto de definir estrategias adecuadas para su regulación. Un nuevo informe de New America y el Instituto Igarapé, elaborado para el G20, advierte sobre una creciente brecha en la gobernanza global de la IA.
El documento, que analizó cerca de 500 políticas, normas y directrices sobre IA desarrolladas entre 2011 y 2023, revela una alarmante disparidad: dos tercios de estas iniciativas provienen de Estados Unidos, Europa o China, mientras que apenas el 7% se origina en América Latina y África.
Según los investigadores, las políticas de IA diseñadas por países líderes pueden no ajustarse a las circunstancias locales del sur global. Por ejemplo, en Kenia, una proyecto de ley que imponía licencias costosas para publicar modelos de IA, inspirada en medidas estadounidenses, provocó rechazo entre las startups locales que argumentaron que limitaría la innovación en el país.
Sin embargo, si persiste esta limitación para formular políticas públicas, los países en desarrollo estarán más expuestos a los riesgos asociados a estas tecnologías, como la desestabilización política y las violaciones de derechos humanos.
El informe le recomienda al G20, que tiene a Brasil como país anfitrión este año, negociar una declaración política conjunta que refleje las prioridades del sur global y establecer un Foro de Desarrollo Equitativo de IA para promover el intercambio de conocimientos en la región.
En la red 🕸️
Estos son los recomendados de la semana de la Red de Expertos en Democracia y Tecnología de Linterna Verde en alianza con La Silla Vacía:
El fin de la desconfianza en el sector de inteligencia: “Cortina de humo o no, el informe de inteligencia que Petro leyó en su alocución confirma que Colombia adquirió Pegasus, el programa de intrusión en celulares más agresivo que se conozca hasta hoy.”, escribe Juan Diego Castañeda, a propósito de la denuncia del presidente Petro sobre la compra del spyware israelí por parte de la Dirección de Inteligencia Policial.
Bogotá inició campaña mundial para legislar la preservación patrimonial. Recientemente la OMPI -Organización Mundial de la Propiedad Intelectual— lanzó en Colombia una Guía Práctica para proteger el patrimonio cultural. “La guía servirá de carta de navegación para que los funcionarios de derechos de autor y los profesionales del patrimonio cultural construyan la excepción para la conservación de material en colecciones de bibliotecas, museos y archivos utilizando tecnología digital”, escribe Carolina Botero.
Gustavo Petro, ¿el patrón del mal?: “Viendo la historia de Petro y el contexto de violencia contra la prensa en Colombia, se puede pensar que esta declaración machista no es un lapsus, sino una estrategia política”, escribe Emmanuel Vargas, a propósito del episodio en el que el presidente colombiano se refirió a periodistas como “muñecas de la mafia”.